La apariencia suntuosa de Pundarika esconde su verdadera identidad
La apariencia suntuosa de Pundarika esconde su verdadera identidad
El gran devoto Pundarika parecía un príncipe real. Su cama, hecha de metal, estaba primorosamente tallada en bronce y exquisitamente decorada con lámparas colgantes. Él se reclinó en la valiosa cama cubierta de sedas, acentuada con detalles de cordones, descansando su espalda en almohadones de seda bordados. Una lujosa y elegante cortina en el fondo agregaba aún más dignidad a su esplendor. El exquisito mobiliario de teca, dispuesto en un estilo clásico y elegante, era una verdadera obra de arte. Dos espejos bellamente enmarcados y soberbiamente decorados con filigranas de oro, adornaban los lados. Ocasionalmente, Pundarika se miraba en ellos y sonreía. A cada lado, y a su alcance, había unas enormes jarras doradas con agua. Los exóticos arreglos florales esparcían su fragancia, dándole un toque final a la seductora atmósfera, haciéndola aún más celestial. Frente a él se había colocado un plato dorado lleno de especias dulces, y sus labios habían enrojecido al mordisquearlas. Su frente estaba decorada con Tilaka brillante, hecha de aromática pasta de sándalo. Sus cabellos eran rizos y habían sido ungidos con aceites perfumados de dulce fragancia. Llevaba finas vestimentas de seda que resplandecían delicadamente. Estaba decorado con exclusivas gemas de brillo excepcional y joyas de exquisitos diseños. Sus cuidadas y suaves manos estaban magníficamente decoradas con anillos de valiosas gemas, los cuales destellaban cuando sus manos se movían llenas de gracia. Se veía sumamente majestuoso mientras jugaba con su bigote sin cesar. Dos de sus sirvientes le abanicaban ininterrumpidamente con plumas de pavo real. Parecía Cupido personificado. Toda la decoración interior y los diversos enseres, formaban un conjunto encantador, fastuoso y de un gusto particularmente exquisito. En conjunto, el decorado era un espectáculo digno de contemplar.